miércoles, 5 de diciembre de 2007

DOS AMIGOS VISITAN A LOS ACAMPADOS






Fotos: Maribel Roldón y Mariano Polanco

Nos hemos permitido la licencia de copiar esta crónica remitida por nuestros amigos de la PDMA, Maribel y Mariano, que ayer martés ascendieron al Anayet y visitaron a nuestros amigos, Nano y Jesús. Nadie mejor que ellos expresan los sentimientos y senciaciones que el encuentro con nuestros montañeros y la maltratada naturaleza, les produjeron.


Crónica:

Son la 10:38 de la mañana y una fina lluvia acompañada de viento cae sobre las intalaciones que la Estación de Formigal ha construido en el valle de Culivillas y que por equívoco nombre las han denominado Anayet. Es desolador ver las laderas de las montañas sin una brizna de nieve y como alterando el régimen hidrológico en las cabeceras de los maltratados ríos pirenaicos y con un enorme despilfarro de energía, Aramón ha fabricado nieve artificial para mal cubrircon una capa de 15 cm unas bandas por las que se deslizan escasísimos esquiadores. ¿Cuanto le cuesta a todos los aragoneses la generación de la nieve y mantener abiera de esta forma una pequeña porción dela estación?
Maribel está acabando de equiparse para ascender a visitar a los amigos que permanecen desde hace cuatro días en la cumbre del pico de Anayet, materializando la protesta contra esta sinrazón destructora de la naturaleza de la montaña, mientras, sigo mirando incrédulo el espectáculo que se me antoja surrealista.
Iniciamos la subida y cuando abordamos el principio del altiplano que acoje las turberas e ibones de Anayet, el pitón volcánico que conforma el pico permanece invisible engullido por una intensa niebla.
Unos minutos más tarde, por fin podemos comunicarnos con Jesús y Nano que desde la cumbre nos avisan de que bajan a nuestro encuentro. Según vamos subiendo, ha dejado de llover y el viento va perdiendo intensidad. Como si hubiéramos sincronizado nuestro desplazamiento, llegamos al collado casi al mismo tiempo. Logro hacer una foto de Jesús y Nano en la última rampa de nieve que da acceso a donde esperamos con Maribel y nos fundimos los cuatro en un emocionante abrazo.A pesar de que han pasado los dos últimos días sin casi poder salir de la tienda y aguantado rachas de viento de cien kilómetros por hora, se les vé en un magnífico estado físico y con una moral altísima. Según hablamos y les vamos pasando el agua, la fruta y los zumos que hemos subido, vemos que su determinación a permanecer en la cumbre hasta el domingo día 9 no hacedido ni un ápice, bien al contrario, están cada vez más convencidos de lo que hacen y según pasan losdías, más se reafirman en su determinación.
Nos comentan que el colectivo montañero debe de movilizarse para salvaguardar los espacios de libertad y belleza que nos brindan las montañas, para evitar la alteración irreversible de los proyectos que las amenazan. Quitan toda importancia a lo que están haciendo -la humildad de los grandes- y nos dicen que es lo mínimo que deben de hacer por la montaña, porque nunca podrán compensar los momentos y las vivencias tan felices e intensas que les proporcionan: Si no luchamos por ellas, ¿que pensaran de nosotros las futuras generaciones?
Subíamos con la inteción de animarlos y darles estímulos y resulta que son ellos los que nos reciben alentándonos y animándonos.
Mientras estamos en el collado, el cielo se va despejando y la montaña iluminada por los rayos del sol, muestra toda su belleza. Nos cuesta despedirnos, pero ellos deben volver a la cumbre y nosotros al valle desnaturalizado. A la bajada se nos muestra el pico en todo su explendor, han desaparecido las nubes y el viento. El sol vespertino lo ilumina todo, por fin nuestros amigos van ha disfrutar de una noche en calma.
El domingo retornaremos para ayudar a bajar todo el material de nuevo al valle. No quieren dejar ni la más mínima huella de su estancia en la cumbre. Nano y Jesús tienen un especial interés en que el público conozca este pormenor. Esperemos que hasta entonces las condiciones sean menos duras de las que habéis soportado hasta ahora.



Maribel Roldón y Mariano Polanco.



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